miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Qué necesitan nuestros pequeños?

Partimos de la idea de que la educación del niño/a de dos años ha de servir de ocasión para favorecer el desarrollo integral de todas sus capacidades y el avance hacia una progresiva autonomía. Para poder dar, es necesario tener previamente, es necesario llenarse; y a los dos años aún no se  está suficientemente lleno, es preciso seguir con el “amamantamiento” de todo tipo; es momento en el que ha de permanecer el “dar” al niño sobre “el exigirle”. No es aún momento del “destete”, se precisa llenar al niño de afectos, de estrategias cognitivas, de libertad de experimentación del espacio en ambiente seguro, de palabras de aliento y construcciones lingüísticas que enriquezcan su bagaje comunicativo, de aceptación incondicional. Sólo cuando se sientan suficientemente “llenos” podrá pedírseles que cubran las necesidades de los otros, que les quieran, que colaboren con ellos; que compartan en definitiva. La educación de los niños y niñas de dos años sirve efectivamente para favorecer la progresiva autonomía pero partiendo de la realidad anterior, aún no están llenos.
§        Su capacidad de apego con los adultos se va a manifestar en sus llamadas de atención, que pueden adoptar la forma de sollozos o pequeños gritos, cuya finalidad es demandar interés y permanecer bajo nuestra mirada. Se le puede ir acostumbrando a la espera, pero se le ha de responder siempre.

§        Cuando llore o esté triste ha de ser consolado, para que crezca en él, la confianza básica que estimule su visión positiva de la vida y de las relaciones; para que nadie le engañe porque habrá aprendido eso de “quién bien te quiere te hará…feliz”. No haya que olvidar que cuanto mejor se viva una etapa, más preparado se ésta para hacer frente a la siguiente.

§        A los dos años empiezan a sentir miedo, debido al inicio de la fantasía. Ya se han dado cuenta de que las personas y los animales se meten cosas a la boca y las tragan, por supuesto en nuestro cuerpo entran y salen cosas. Piensan que es posible que alguien o algo s eles trague. Como la sensación de miedo le provoca la necesidad de esconderse, juegos adecuados son el escondite, meterse en cajas grandes o detrás del teatro de marionetas, taparse bajo las sábanas. Para superar ese miedo tienen que retarse a ellos mismos y hacer frente a la realidad y es cuando tantean entrando y saliendo de lugares ocultos.

La representación de estos miedos tiene también un valor profiláctico. Consiste en “hacer presentes”  esos miedos por medio de los cuentos que le hacen revivir sus fantasías en un entorno seguro para que pierdan fuerza. Son los cuentos de ogros, brujas, animales que son al final ridiculizados, vencidos o que se vuelven buenos.

§        Relaciones con los iguales: se produce un salto importante, ya que descubren que también ellos/ellas pueden devolver y dar cosas, porque se hacen conscientes de que tienen cosas suyas, la etapa del “mio-mio”, y, por tanto, las relaciones con los iguales se tornan conflictivas. El papel de educador/a consiste en ayudarles a pasar de forma progresiva del mío al tuyo. No hay que olvidar que cuando se sienten amenazados en su posesión de son objeto de su territorio, su campo de acción, pueden mostrar conductas agresivas; no prestan, no colaboran, atacan o abandonan el territorio.
La variedad de estímulos que ofrece la escuela, la disponibilidad de juguetes repetidos, la elaboración de actividades que perderían interés sin los “otros” (fiestas de cumpleaños, jugar al corro…); le irá abriendo a la vida colectiva.
§        En relación con el control de esfínteres, descubre que lo que tiene  en el cuerpo sale, ésa es la gran sorpresa. Este proceso tiene que ver con el tensar/destensar; algo que él hace fácilmente con la mano, que abre y cierra con facilidad. Este acto lo transfiere a tensar destensar, por eso le gusta (y hay que favorecer) coger con la mano y lanzar cosas, hacer masas, moldear, aplastar…este tipo de juegos deben ser facilitados, además de acompañarles paciente y cariñosamente en el proceso de control de esfínteres.

§        El juego libre responde muy bien a las exigencias de la edad. Jugar en un espacio rico de estímulos, con juguetes encajables que le hagan ver su proceso constructivo, manipulables, de colores, olores, y formas atractivas, es imprescindible. Es importante también que cuente con espacios a los que pueda retirarse voluntariamente a descansar o para tener más intimidad; espacios con cojines, almohadones, alfombras, etc. El prever estos espacios no es sino respetar su derecho al descanso, a la intimidad. La estimulación es beneficiosa, la sobrestimulación no; sino que produce irritabilidad y estrés.
§        Un aspecto a comprender por el adulto es que los niños y niñas de dos años aún no pueden recoger todo lo que han tirado o esparcido. A lo largo del curso se hará en colaboración educador/niño, niña, sabiendo que la mayor carga la debe llevar el adulto.

§        La importancia de respetar las rutinas des espacios y tiempos se justifica por su necesidad de vivir en un ambiente estable y predecible.





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